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viernes, 31 de julio de 2015

Los aparatos eléctricos que más contaminan




Viejos electrodomésticos, todo tipo de máquinas expendedoras, bombillas u otros aparatos de alumbrado, móviles, modernos instrumentos para vigilancia y control doméstico e industrial -como detectores de humos, reguladores de calefacción, termostatos, aparatos de medición-, juguetes, que van desde las actuales consolas portátiles y videojuegos a los más antiguos trenes eléctricos o coches en pista eléctrica. Son los nuevos residuos que genera una sociedad cada vez más tecnologizada, como la nuestra. Estos objetos aparentemente inservibles son conocidos como RAEE, o Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos.
Sustancias tóxicas
Además, nuestros viejos «trastos», después de su paso por esta planta, se han desprendido de las sustancias tóxicas que contenían, que no son pocas. Metales pesados como plomo, cadmio y mercurio, que abandonados en la naturaleza sin ningún control se convierten en potentes contaminantes que pasan a la cadena alimentaria de sus eslabones más bajos, y finalmente se acumulan en el organismo.
Afortunadamente, aunque han estado en nuestras casas, estos metales utilizados en la fabricación de los viejos televisores de rayos catódicos, las antiguas y voluminosas pantallas de ordenador o, actualmente en algunas bombillas de bajo consumo, han permanecido aislados del entorno y no hemos estado expuestos a ellos, salvo en caso de rotura. Un peligro que no conviene menospreciar en las modernas bombillas de bajo consumo, que contienen mercurio en polvo, altamente tóxico. 

 Los aparatos eléctricos que más contaminan
El Real Decreto 208/2005, de 25 de febrero, especifica detalladamente lo que se esconde bajo esta denominación poco familiar para la mayoría: aparatos eléctricos y electrónicos, sus materiales, componentes, consumibles y subconjuntos que los componen, procedentes tanto de hogares particulares como de usos profesionales, a partir del momento en que pasan a ser residuos. Y por aparatos eléctricos y electrónicos se entiende todos aquellos que necesitan para funcionar corriente eléctrica o campos electromagnéticos, destinados a ser utilizados con una tensión nominal no superior a 1.000 voltios en corriente alterna y 1.500 en corriente continua, así como los aparatos necesarios para generar, transmitir y medir tales corrientes y campos. Y todos ellos pueden tener origen doméstico o profesional.
Por útiles que hayan sido, al final todos se convierten en vieja chatarra de la que hay que deshacerse. Y el cubo de la basura no es ni mucho menos su destino. Han de depositarse en un punto limpio u otra instalación municipal según la disponibilidad de cada localidad. Y en el caso de que vaya a renovar su equipo, puede entregar el viejo en el acto de la compra al comercio o distribuidor donde se adquiera el nuevo. Hacerlo así es fundamental, porque asegura su recogida selectiva y su correcta gestión ambiental. Por esta vía llegará a una planta de reciclado, como la de Recilec en Aznalcóllar, que se encarga de dar una segunda oportunidad a los componentes electrónicos.
Porque nuestro viejo ordenador, ese que tiene aún un monitor de tubo de rayos catódicos, ya casi una reliquia del pasado, puede volver a nuestro hogar en forma de percha, por ejemplo. Y esto es posible porque la planta de reciclado se asemeja a una moderna mina, acorde con una forma diferente de vivir más exigente y respetuosa con el planeta, donde todo tiene valor, incluso los desechos, que se convierten en fuente de materias primas secundarias como aluminio cobre, hierro, níquel, plásticos, vidrio, madera, papel y cartón. 

fuentes:  www.abc.es/.../abci-reciclaje-aparatos-electricos-electronicos

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