La importancia del aumento de la
temperatura de la atmósfera.
Es enorme. Las observaciones
muestran que, por ejemplo, aparentemente debido al aumento de la temperatura de
la atmósfera y de las aguas oceánicas, se están derritiendo gigantescos
volúmenes de hielo de las regiones polares, sobre todo en el Continente
Antártico, donde a menudo además se desprenden de las costas enormes campos de
hielo, fenómenos ambos que antes no ocurrían en esa magnitud. Se está
pronosticando que en el curso de este siglo XXI podrían desaparecer los hielos
que forman el Océano Glaciar Ártico, un inmenso campo de hielo que existe
alrededor del polo norte. Asimismo se comprueba que los glaciares (ríos de
hielo que bajan de las montañas de zonas frías) retroceden notoriamente en casi
todo el mundo, fenómeno que en Argentina ya puede observarse en el Parque
Nacional los Glaciares de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia,
glaciares que a su vez son alimentados por la extensa y gruesa superficie del
campo de hielo patagónico que existe sobre la cordillera, el que también puede
llegar a tener el mismo destino. Las graves derivaciones de estos hechos ya
pueden preverse. Una de las catastróficas consecuencias que se pronostican es
que de continuar este proceso -que además ocurre de manera acelerada-, las
aguas del hielo fundido, por sobre todo el de la Antártida, ahora en buena
parte como hielo cubriendo la rocosa superficie de este continente por sobre el
nivel del mar en espesores de más de un kilómetro, sumado esto a la dilatación
de los océanos debido también al calentamiento, provocarán progresivamente un
importante ascenso del nivel de las aguas de estos últimos. Cuando a medida que
los hielos se van transformando en agua que se vierte en los océanos y esa
subida alcance varios metros, lo que puede ocurrir en el curso de el presente
siglo, vastas áreas costeras de los continentes -y también una gran cantidad de
islas completas - quedarán sumergidas bajo las aguas, y los daños serán como es
de imaginar tremendos. Sobre todo en las grandes metrópolis que se hallan en
bajos niveles frente a mares o ríos que desembocan en ellos, por ejemplo las
metrópolis de Nueva York y de Buenos Aires, entre muchas otras. El caso de
Buenos Aires sería uno de los más graves como consecuencia de que ya ahora
mismo y a menudo, bajo el efecto de fuertes vientos del sudeste, las aguas del
océano Atlántico y del Río de la Plata son impulsadas por fricción y empuje río
arriba, y durante ese fenómeno (llamado sudestada), que puede durar varios
días, el agua sobre la costa bonaerense del Río asciende –agravado ese ascenso
por la acción de la aceleración de Coriolis- una cantidad de metros por sobre
su nivel medio. Sumando a ese ascenso -que ha llegado a ser alguna vez de hasta
unos cinco metros en la zona del delta- la plenamar de una marea de sicigias y
el ascenso permanente de las aguas por el deshielo antártico y la dilatación de
los mares, se producirían destructivas inundaciones de zonas costeras. Otra
calamidad también de consecuencias mundiales sería la desaparición del casquete
de hielo sobre el Mar Ártico en torno del polo norte. Esto podría provocar la
alteración de todo el clima del hemisferio norte, al desencadenar importantes
cambios en el régimen de las corrientes marinas, en especial la del Golfo de
México, que entre otras cosas brinda a Europa el clima relativamente templado
del que ahora goza. Tanto el problema antártico como el ártico pueden además
alterar la ecología de todo el planeta al punto tal de ocasionar la extinción
de enormes superficies boscosas del planeta y en consecuencia la desaparición
de enormes variedades animales. Ambos fenómenos influiría asimismo fuertemente
sobre la vida oceánica. Por otro lado, la reduccíón de las superficies
cubiertas por nieve o hielo tiene además un importante efecto sobre la
capacidad del planeta para reflejar la radiación solar. Al eliminar una vasta
superficie blanca, entonces con un gran poder reflectivo, y reemplazarla con el
suelo obscuro que hay debajo, éste absorbe mucho más esa radiación empeorando
así aún más el calentamiento global. Los lamentables cambios climáticos que ya
se están de alguna manera notando, pueden ser de tal magnitud que produzcan
graves sequías o inundaciones crónicas, que obliguen al desplazamiento de
millones de personas en distintas áreas del planeta, a más de la pérdida por
transformación en desiertos de grandes extensiones de tierra hoy cubiertas por
valiosos bosques o bien cultivables. Las “epidemias” de hambre o hambrunas,
podrían ser comunes y recurrentes.
Fuentes:http://www.iae.org.ar/archivos/educ1109.pdf
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