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lunes, 31 de agosto de 2015

aumento de la temperatura en la atmósfera por consumo de energía

La importancia del aumento de la temperatura de la atmósfera.

 Es enorme. Las observaciones muestran que, por ejemplo, aparentemente debido al aumento de la temperatura de la atmósfera y de las aguas oceánicas, se están derritiendo gigantescos volúmenes de hielo de las regiones polares, sobre todo en el Continente Antártico, donde a menudo además se desprenden de las costas enormes campos de hielo, fenómenos ambos que antes no ocurrían en esa magnitud. Se está pronosticando que en el curso de este siglo XXI podrían desaparecer los hielos que forman el Océano Glaciar Ártico, un inmenso campo de hielo que existe alrededor del polo norte. Asimismo se comprueba que los glaciares (ríos de hielo que bajan de las montañas de zonas frías) retroceden notoriamente en casi todo el mundo, fenómeno que en Argentina ya puede observarse en el Parque Nacional los Glaciares de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia, glaciares que a su vez son alimentados por la extensa y gruesa superficie del campo de hielo patagónico que existe sobre la cordillera, el que también puede llegar a tener el mismo destino. Las graves derivaciones de estos hechos ya pueden preverse. Una de las catastróficas consecuencias que se pronostican es que de continuar este proceso -que además ocurre de manera acelerada-, las aguas del hielo fundido, por sobre todo el de la Antártida, ahora en buena parte como hielo cubriendo la rocosa superficie de este continente por sobre el nivel del mar en espesores de más de un kilómetro, sumado esto a la dilatación de los océanos debido también al calentamiento, provocarán progresivamente un importante ascenso del nivel de las aguas de estos últimos. Cuando a medida que los hielos se van transformando en agua que se vierte en los océanos y esa subida alcance varios metros, lo que puede ocurrir en el curso de el presente siglo, vastas áreas costeras de los continentes -y también una gran cantidad de islas completas - quedarán sumergidas bajo las aguas, y los daños serán como es de imaginar tremendos. Sobre todo en las grandes metrópolis que se hallan en bajos niveles frente a mares o ríos que desembocan en ellos, por ejemplo las metrópolis de Nueva York y de Buenos Aires, entre muchas otras. El caso de Buenos Aires sería uno de los más graves como consecuencia de que ya ahora mismo y a menudo, bajo el efecto de fuertes vientos del sudeste, las aguas del océano Atlántico y del Río de la Plata son impulsadas por fricción y empuje río arriba, y durante ese fenómeno (llamado sudestada), que puede durar varios días, el agua sobre la costa bonaerense del Río asciende –agravado ese ascenso por la acción de la aceleración de Coriolis- una cantidad de metros por sobre su nivel medio. Sumando a ese ascenso -que ha llegado a ser alguna vez de hasta unos cinco metros en la zona del delta- la plenamar de una marea de sicigias y el ascenso permanente de las aguas por el deshielo antártico y la dilatación de los mares, se producirían destructivas inundaciones de zonas costeras. Otra calamidad también de consecuencias mundiales sería la desaparición del casquete de hielo sobre el Mar Ártico en torno del polo norte. Esto podría provocar la alteración de todo el clima del hemisferio norte, al desencadenar importantes cambios en el régimen de las corrientes marinas, en especial la del Golfo de México, que entre otras cosas brinda a Europa el clima relativamente templado del que ahora goza. Tanto el problema antártico como el ártico pueden además alterar la ecología de todo el planeta al punto tal de ocasionar la extinción de enormes superficies boscosas del planeta y en consecuencia la desaparición de enormes variedades animales. Ambos fenómenos influiría asimismo fuertemente sobre la vida oceánica. Por otro lado, la reduccíón de las superficies cubiertas por nieve o hielo tiene además un importante efecto sobre la capacidad del planeta para reflejar la radiación solar. Al eliminar una vasta superficie blanca, entonces con un gran poder reflectivo, y reemplazarla con el suelo obscuro que hay debajo, éste absorbe mucho más esa radiación empeorando así aún más el calentamiento global. Los lamentables cambios climáticos que ya se están de alguna manera notando, pueden ser de tal magnitud que produzcan graves sequías o inundaciones crónicas, que obliguen al desplazamiento de millones de personas en distintas áreas del planeta, a más de la pérdida por transformación en desiertos de grandes extensiones de tierra hoy cubiertas por valiosos bosques o bien cultivables. Las “epidemias” de hambre o hambrunas, podrían ser comunes y recurrentes. 
Fuentes:http://www.iae.org.ar/archivos/educ1109.pdf

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