Centrales nucleares de generación
eléctrica
Son las que menos contaminan cuando funcionan
dentro de las estrictas normas que organismos internacionales de seguridad han
establecido al efecto, ya que no emiten compuestos químicos que contaminen la
atmósfera, las aguas o las tierras, como ocurre con las centrales
termoeléctricas. Pero por otra parte, estas centrales crean el difícil problema
de qué hacer con los residuos altamente radioactivos que su operación genera,
al tener que extraerse y darle algún destino no peligroso al “combustible”
nuclear ya agotado (es decir, que ya no puede dar más energía térmica) en el
reactor. Los materiales radiactivos son peligrosos porque sus emisiones son
altamente penetrantes y descomponen los tejidos vivos, desencadenando tarde o
temprano tumores cancerosos. Además, el lapso de nocividad es muy largo, aunque
se atenúa a través de los años. A los residuos radiactivos se los suele
encapsular en contenedores especiales de acero y otros materiales, que
garantizan su estanqueidad por mucho tiempo. El problema surgirá -¿de aquí a
siglos, milenios?- cuando los recipientes se perforen por acción química o sean
aplastados por movimientos tectónicos, y esos materiales comiencen a derramarse
e incorporarse a la tierra, las aguas e incluso la atmósfera. Aún cuando se
resuelva ese problema, quedan todavía otros dos de remota pero no imposible
ocurrencia: a) que se pierda el dominio del reactor en operación por fallas en
los dispositivos de control, provocando un masivo escape de material radiactivo
a la atmósfera, que normalmente terminará depositándose en la tierra y las
superficies de agua, sometiendo quizás a numerosas poblaciones a su letal
efecto. Pero también es cierto que mientras miles de grandes centrales
termoeléctricas e hidroeléctricas han estado contaminando sin pausa el medio
ambiente de diversas formas -e inclusive han protagonizado catástrofes con la
pérdida de miles de vidas- durante mas de cuatro décadas de operación hasta
sumar centenares de centrales atómicas hoy en operación en muchos países (dos
de ellas en Argentina), un accidente de esta gravedad ocurrió una sola vez
(Chernobyl, Ucrania, se dice que con consecuencias catastróficas); b) que
materiales fisionables sean substraídos de las centrales y luego utilizados por
terroristas para la fabricación de armas nucleares de destrucción masiva, sean
ellas bombas termonucleares o dispositivos que dispersan esos materiales
altamente radiactivos sobre vastas áreas pobladas.
Fuentes:http://www.iae.org.ar/archivos/educ1109.pdf
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